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OFRENDAS

En el AT cada israelita tenía la obligación de diezmar bienes, no dinero. También existían las ofrendas voluntarias. En el NT Jesús enseñó a dar de corazón, voluntariamente, no por obligación, para suplir la necesidad de la Iglesia.



"El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9.6-7).

Los pasajes que siguen nos ilustran las tres épocas principales en la Biblia, y las diferentes maneras en que se ha ofrendado.

Era Patriarcal: Se daban los diezmos según nos informa Génesis 14.18-20 y Hebreos 7.4.

Era Mosaica: También se daban los diezmos según Números 18.21-24 y Hebreos 7.5. Aunque esto era un mandamiento, pocas veces tenían voluntad de hacerlo (Nehemías 13.10; Malaquías 3.8-9).

Era Cristiana: ¿Dónde quedaron los diezmos? ¿Estamos obligados a dar más o menos que eso? En Lucas 6.38 se nos insta a que demos para que recibamos bendiciones.

El texto de Lucas 6.38 sugiere una actitud de dar con liberalidad, prometiendo bendiciones para el dador. En el mismo sentido, 2 Corintios 9.6 también enfatiza que "el que siembra escasamente, también segará escasamente”.

También tenemos varios ejemplos en el Nuevo Testamento. Jesucristo alabó a la viuda pobre que ofrendó "todo su sustento" (Lucas 21.1-4). El enfoque del nuevo testamento está en la voluntad de dar de corazón.


Obsérvense los casos en Hechos 4.32-37. Los hermanos de Macedonia eran extremadamente pobres económicamente, sin embargo, estuvieron dispuestos a dar inclusive "más allá de sus fuerzas" (2 Corintios 8.1-3). Pablo explica que ellos hicieron esto porque "se dieron primeramente al Señor" (2 Corintios 8.5).


Esto tampoco es justificación para que los miembros de la iglesia descuiden las responsabilidades dentro del hogar y trabajen para cubrir sus necesidades. El cristiano debe de llevar una vida diligente, prudente; que solo lo logrará alimentándose más del conocimiento de Dios y su voluntad.

¿No somos nosotros deudores? ¿No tenemos el privilegio de tener su Palabra escrita?. Podemos empezar por reconocer que se nos ha dado a Cristo (Juan 3.16); se nos ha dado la vida eterna (Juan 3.36); el Espíritu Santo en nuestros corazones (Romanos 5.5); hemos recibido un reino inconmovible (Hebreos 12.28); somos hijos de Dios (Juan 1.12); contamos con bendiciones terrenales y celestiales (Marcos 10.28-30).

El AT enseña sobre diezmos, primicias y ofrendas. En el NT solo está vigente la ofrenda que se debe realizar cada primer día de la semana y según Dios lo haya prosperado (1 Corintios 16:1-2).

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